15/6/10

Los trabajadores del mundo privilegiado

Resulta inquietante leer algunas de las resoluciones tomadas por la Internacional Antiautoritaria, a finales del s. XIX: "... considerando que el modo de la producción moderna tiende, bajo el punto de vista de la propiedad, a la acumulación de los capitales en manos de unos pocos y a aumentar la explotación de los obreros, considerando que es necesario cambiar este estado de cosas..., el Congreso considera la realización de la propiedad colectiva, es decir, la toma de posesión del capital social por los grupos de los trabajadores como una necesidad...".

Pero ahora estamos en el s. XXI y...
"Los jugadores de la selección española cobrarán, si ganan el mundial, 600.000€."

Siento vergüenza ajena por lo que podrían pensar todos aquellos revolucionarios que lucharon por una sociedad libre e igualitaria si pudieran ver lo que pasa hoy aquí. Un mundo maquiavélico, donde unos pocos matan de hambre, miseria y enfermedad a las 2/3 partes del planeta (sólo contanto a los seres humanos), donde otra parte, privilegiada porque come, pero esclava de su condición, sueña con consumir y enriquecerse, y finalmente una minoría selecta, casi siempre en la sombra, engorda de orgullo, vanidad y riquezas mientras se ríe de aquellos a los que pisa y degüella.

Mientras tanto...
"Mujeres Ricas, el mejor estreno de la historia de la Sexta".

Lo han hecho bien, muy bien. De hecho llevan siglos ensayando las estrategias del poder y la humillación, sofisticando cada vez más las artimañas. Y la novedad de esta época es conseguir que el miserable del mundo rico no tenga conciencia de su estado, de hacerle creer que vive en un mundo libre, democrático, con igualdad de oportunidades; nos han hecho creer en el dios del consumo y venerar la propiedad privada. Nosotros, los trabajadores del mundo privilegiado somos los principales culpables de todo esto. Estamos cediendo paso a paso, a sabiendas de los derechos que nos roban. Ahora más que nunca y, supongo, que esto no ha hecho más que empezar.

Estamos ahora en la tesitura de no perder nuestros privilegios individuales y nos rebajaremos hasta límites no imaginables por el temor de no poder pagar los plazos de tanto objeto inútil y superfluo. Y no hacemos más que caer en su juego, en convertirnos no ya en meros números, sino en objetos que les sirven a los poderosos para seguir medrando.

Al mismo tiempo colectivos, asociaciones, individuos intentan mostrar una realidad un poco más fiel: proyectan documentales, ofrecen conferencias, incitan al debate en mesas redondas, publican pasquines o escriben en blogs como éste. Y muchas veces, estoy convencida, se ven inundados por el desánimo, porque nada cambia sino a peor. Y porque realmente, siguen luchando en otras esferas por sus privilegios individuales y temen no poder pagar esos plazos. Porque quieren luchar pero sin mancharse, como la mayoría...

Porque lo han hecho muy bien. Y supongo que aún ha de llegar más miseria para que podamos vernos y reconocernos ante el espejo.

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